Viajar a la nieve con tu perro puede ser una experiencia mágica, pero también requiere planificación. El frío, la humedad y el terreno nevado pueden afectar a tu peludo si no lo preparas adecuadamente. Aquí te contamos todo lo que necesitas saber para que ambos disfrutéis con seguridad.
Al igual que los humanos, no todos los perros resisten igual las bajas temperaturas. El tamaño, el tipo de pelaje y la complexión influyen directamente. Los perros pequeños o de pelo corto necesitan más abrigo y cuidado.
Observa si tu perro tiembla, se encoge o busca cobijo: esas son señales de que está sintiendo demasiado frío. En ese caso, un abrigo térmico o limitar el tiempo de paseo será esencial.
Las almohadillas son muy sensibles. En contacto con nieve, hielo o sal, pueden agrietarse o sufrir quemaduras químicas. Antes de salir, aplica un bálsamo protector natural que actúe como barrera.
Y al volver a casa, asegúrate de lavar sus patitas con agua templada y secarlas bien.
Puede parecer inofensiva, pero la nieve puede estar contaminada con bacterias o productos químicos peligrosos. Ingerirla en exceso puede causar desde diarreas hasta hipotermia.
La solución ideal: llévale siempre su propio bebedero portátil plegable con agua fresca.
Con estos cuidados, tu perro estará seguro y feliz en la nieve. ¡A disfrutar juntos del invierno!