Cuando pensamos en el bienestar de nuestros perros, solemos prestar atención a su alimentación, su nivel de energía o su pelaje. Pero hay una parte fundamental que muchas veces pasa desapercibida: las almohadillas. Esas pequeñas “plantillas” que pisan todo tipo de suelos son esenciales para su salud, su movilidad y su comodidad diaria.
Unas almohadillas sanas protegen, amortiguan y aíslan. Pero también pueden agrietarse, secarse o irritarse si no las cuidamos. Por eso, dedicarles un poco de atención es una forma simple —y poderosa— de mejorar su calidad de vida.
Las almohadillas funcionan como suelas naturales. Protegen contra el terreno, amortiguan cada paso, dan estabilidad y regulan el contacto con el frío o el calor. Aunque están diseñadas para resistir, también pueden dañarse por el uso constante o por condiciones extremas.
Las almohadillas pueden dañarse sin que lo notemos de inmediato. Prestá atención a estas señales:
Incorporá estos hábitos simples a su rutina diaria y estarás ayudando muchísimo a su bienestar:
Una buena opción en formato stick es este bálsamo protector para patitas, práctico y fácil de aplicar sin ensuciar. Su uso frecuente ayuda a prevenir resequedad y pequeñas grietas.
No siempre es necesario usar calcetines o botines, pero pueden ayudar si:
Una buena alternativa es aplicar el bálsamo antes de dormir o cuando está tranquilo, para que se absorba con calma.
Si hay heridas profundas, cojera persistente o inflamación evidente, es momento de acudir al veterinario. Las lesiones en las almohadillas pueden parecer pequeñas, pero si no se tratan, se complican con facilidad.
Cuidar las almohadillas de tu perro es cuidar su libertad, su capacidad de jugar, correr y acompañarte. No es solo un tema estético: es un acto de cuidado, conexión y amor. A veces, el bienestar empieza por los pies… o en este caso, por las patas 🐾.